El Dr. Marañón nos decía que "Cuando escribimos, el suprimir aclara las ideas más que el añadir". Por ejemplo:
Pedro es un hombre que vale mucho se expresa mejor con Pedro vale mucho. Pedro indica hombre, y no es necesario repetirlo. La tautología es contraproducente y necesitaremos mucha disciplina para podar toda la hojarasca que tendemos a desparramar en nuestros escritos sin darnos cuenta.
No escribamos el día jueves, sino el jueves.
Ni Macario falta a la verdad, sino Macario miente.
Tampoco: en este momento no tenemos dinero, sino ahora no tenemos dinero.
Y no se nos ocurra explicar que Mariano es alto y espigado, sino Mariano es espigado. Espigado indica alto.
Como dice Antonio Muñoz Molina en el prólogo: "El barroco es una desgracia de la que no acabamos de curarnos, una infección, una calentura que ahora propagan no los predicadores de las iglesias sino los de las tribunas políticas y las emisoras y los periódicos donde una turba de charlatanes se ha instalado en sesión permanente."
Suprimamos palabras y aclaremos las ideas.
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