jueves, 12 de septiembre de 2013

EL PLAGIO, DOPAJE DE LA ESCRITURA

El plagio es a la escritura lo que el dopaje al deporte. Una lacra.


Plagiar significa copiar obras ajenas sin mencionar la procedencia o autor. Es en realidad el robo de ideas, y cómo se expresan por escrito. Hacer esto es innecesario, pueril, ineficaz, contraproducente y peligroso. Es un delito —robo— contra la propiedad intelectual que está penado por la ley. El fácil acceso a información de todo tipo en Internet tienta a algunos a copiar el material de otros porque resulta más cómodo que ponerse a pensar, discurrir, considerar y redactar. Pero esa misma facilidad conlleva el peligro de que se descubra el plagio. Internet se convierte en este asunto en una herramienta útil y peligrosa a la vez. Siempre ha sido fácil copiar, plagiar; ahora es también fácil descubrirlo. Recomiendo que jamás se practique el plagio.
Seamos cautos y no corramos riesgos, aparte de que la integridad moral y ética de la persona que escribe debe estar por encima de lo cómodo. Si queremos ser originales, diferentes, únicos en nuestras ideas y modos de expresión, el plagio no es el camino para conseguirlo.
El estudiante descubierto en pleno robo puede suspender el curso. El universitario, en una universidad de verdad, puede perder la plaza. El estudioso docente arriesga desprestigiarse y también su credibilidad profesional. El ejecutivo perderá su empleo, y todos pueden acabar en un juzgado. No vale la pena.
Algunos tratan de exculparse del plagio aduciendo que lo que han hecho es "intertextualidad", (palabra no reseñada en el DRAE), que resulta ser una manera de justificar el plagio, el robo, empleando un eufemismo.

ESCRIBIR BIEN PARA TORPES, de Anaya Multimedia, con prólogo del nuevo Príncipe de Asturias de las Letras Antonio Muñoz Molina y con ilustraciones de Forges, da más consejos que pueden resultar interesantes. Es de fácil comprensión.

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