El idioma no se rige por lógica
alguna y va a su aire.
No
hay relación entre sexo biológico y gramatical. Y por eso los sustantivos han
estado cambiando de sexo durante siglos. Muchos tienen hormonas masculinas y
femeninas, y aparecen como perteneciendo al sexo masculino como al femenino.
Algunas
palabras son neutras y algunas ambiguas.
El
idioma castellano tiene los siguientes géneros: masculino, femenino, neutro, común, epiceno y ambiguo.
Masculino:
el libro, el ambiente, el queso, la cabeza (Cat. el cap).
Femenino:
la lupa, la casa, la faena, la nariz, la cama (Cat. el nas, el llit.). [el
agua, el hambre, el hacha, el alma, el área, el águila.]
Neutro:
lo profundo, lo bueno, lo neutro, lo malo, lo feo.
Común:
El testigo, la testigo / El taxista, la taxista / el espía, la espía / el
violinista, la violinista, el bebé, la
bebé, el miembro, la miembro.
Epiceno:
el ratón, la liebre, la hormiga, la rana, el sapo.
Ambigüo:
El calor, la calor / El puente, la puente / El mar, la mar / El cisma, la cisma
/ el azúcar / la azúcar.
MASCULINO (y femenino):
El
hombre ha nacido para morir.
PLURALES:
Los
niños (niños y niñas) son un fastidio.
Otras
igual sirven para un roto como para un descosido:
Topónimos: Se
oye en los medios: Ha visitado India”, por “Ha visitado la India.”
La
India
El
Canadá
El
Perú
El
Salvador
El
Cairo
La
Habana
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