Nos confundimos con las concordancias. El habla popular, coloquial, es tan engañosa, la oímos tanto –naturalmente– que nos hace dudar a la hora de escribir. En la conversación corriente todo vale, o todo parece valer… por aquello de que las palabras se las lleva el viento. Hablamos un poco a trompicones y no acertamos a veces a ajustar sujetos con verbos, plurales con singulares, femeninos con masculinos… Pero cuando escribimos todo cambia: se puede repasar lo leído y comprobar que hemos escrito algo raro, que a veces resulta jocoso, chusco, gracioso o absurdo.
Un ejemplo entresacado de Jordi Sierra i Fabra, de su Poe, 2009:
"Los artistas siempre son únicos, diferentes. Y solitarios.
Ah, los artistas.
Para los puritanos eran gente de mal vivir..."
"Gente" es singular y el verbo va en singular también: "Para los puritanos era gente de mal vivir." Posiblemente algunos puritanos eran malas personas, pero era gente religiosa, fanática.
Gente, familia, clero, rebaño, grupo… Esa gente me está haciendo la pascua. La familia es siempre un incordio insoportable. El clero reza por nosotros. Un grupo de estudiantes está en la calle. (Sin embargo gente fue plural en tiempos de Cervantes. Y todavía hablamos de gentes.)
Cuidado con estas pequeñeces que afean mucho.
(Basado en Escribir bien para torpes, Anaya, 2013)
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