miércoles, 14 de mayo de 2014

MÁS SOBRE CONCORDANCIAS



Siempre nos armamos un lío de espanto con las concordancias. El habla popular es tan engañosa, la oímos tanto –naturalmente- que nos hace dudar a la hora de escribir. En la conversación corriente todo vale, o todo parece valer… por aquello de que las palabras se las lleva el viento. Todos hablamos un poco a trompicones y no acertamos a veces a ajustar sujetos con verbos, plurales con singulares, femeninos con masculinos…. Pero cuando escribimos la cosa cambia: se puede repasar lo leído y comprobar que hemos escritos algo raro, que a veces resulta jocoso, chusco, gracioso.

Pero dejémonos de palabrería y vayamos al grano que obras son amores y no buenas razones:

Tenemos varios tipos de concordancias: una es la de género y número. La casa vieja. Los viejos tontos. Artículo, sustantivo y adjetivo concuerdan.

La duda puede surgir cuando tenemos dos o más nombres o sustantivos: La sal y el agua se mezclan. Marcelino, Jacinto, Soledad y mi padre se zurran de lo lindo.
Me falta (faltan) tres euros.

En los casos de nombres femeninos y masculinos, la concordancia va siempre en masculino: Ese hombre y su mujer son buenos. El ajo, la pimienta y la sal se comen muy machacados. (Machachados porque es plural. Si no sería un lío: El ajo, la pimienta y la sal se comen machacado… (¿cuál?)

En los casos de un sustantivo plural los adjetivos vienen en singular: Las razas blanca y amarilla.

Número cardinal: Página trescientos cuatro.

Uno de Una de las bailarinas es rusa. Un error común es decir Una de los alumnos… (Una de las alumnas… aunque se refiera a todos los alumnos.)

En los verbos la cantidad de palabras entre sujeto y verbo no afecta la concordancia: La juventud, ímpetu hermoso, nefasto a veces… es… En la calle, que era larga y llena de cacas de perro, vivían…

Cuando el sujeto tiene dos palabras o más, el verbo en singular: El general, abogado y erudito es más idiota de lo que parece. Trabajar y ahorrar es bueno.

CON: Don Jacinto con sus compinches apaleó a la vieja. Sería aceptable ahora el uso del verbo en plural: Don Jacinto con sus compinches apalearon a la vieja.

Gente, familia, clero… Esa gente me está haciendo la pascua. La familia es siempre un incordio insoportable. El clero reza por nosotros. (Sin embargo gente fue plural en tiempos de Cervantes. Y todavía hablamos de gentes.)

Vacilamos cuando nos presentan el uno de los que, por ejemplo: Lo suyo es plural (por aquello de “los que”, pero se admite el singular: Ese tío guarro es uno de los que votó contra mí. Ese tío guarro es un de los que votaron contra mi.  

Hay más en ESCRIBIR BIEN PARA TORPES, Anaya Multimedia, 2013.  

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